Desde hace algunos meses estoy apoyando a un equipo de trabajo en la compañía, con el propósito que pasen de hacer Scrum cosmético a tener un comportamiento más ágil. Mi labor como coach ágil del equipo es evidenciar las grietas que tienen en sus comportamientos como equipo, que entiendan de qué se trata trabajar de manera ágil y formar a las personas que van a ser los Scrum master del equipo.
Al principio la labor no reflejaba mayor dificultad, sin embargo gracias a estos meses pude aprender algo muy valioso: «hacer retrospectivas que dejen impacto en las personas, requiere bastante esfuerzo». En las primeras iteraciones las retrospectivas que hacíamos eran muy simples, como por ejemplo. Lo bueno, lo malo y cómo lo mejoraremos, Speed boat o starfish; sin embargo a medida que hacíamos más retrospectivas, más aburridos notábamos a los miembros del equipo, incluso algunos empezaron a hacer caras largas a mitad de la ceremonia y otros no hacían más que mirar el reloj contando los minutos para que se acabara. Teníamos que aceptarlo, nuestras retrospectivas se estaban convirtiendo en un desastre. 😦
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